A mediados de los 70s, AT&T estimó que estaba perdiendo $30 millones al año en fraude telefónico. Un buen porcentaje de las llamadas ilegales, que esto representaba, era realizado por criminales profesionales (de cuello blanco), e incluso por negocios pequeños que intentaban ahorrar sus costos de llamada internacional. Imposibilitados de rediseñar totalmente su esquema de señalización de llamadas de la noche a la mañana, AT&T decidió atrapar a los bandidos. Al usar equipos de monitoreo en varias zonas de alto fraude en toda la red telefónica, AT&T empleó años escaneando 10 millones de registros de llamadas. A inicios de los 80s el escaneo automático se había convertido en una rutina y Bell Laboratories, el brazo de investigación de AT&T, había ideado programas informáticos que podían detectar y localizar llamadas provenientes -de las infames- blue-box. Confiando en un creciente número de sofisticados equipos de escaneo, los programas de detección en sus conmutadores electrónicos y en un cada vez mayor número de informantes, AT&T logró capturar cientos de “blue boxers”, los propietarios de estas cajas de piratería telefónica. Traducción interpretada (personal) de:
http://www.amazon.com/CYBERPUNK-Outlaws-Hackers-Computer-Frontier/dp/0684818620